Entrevista a Federico Fagioli, diputado nacional y militante del MP La Dignidad

Por Lucia Stampella, estudiante de Comunicación Social (UBA), y Valentino Cernaz, estudiante de Sociología (UBA)



Federico Fagioli tiene 28 años, es diputado nacional por el Frente de Todos y militante del MP La Dignidad. Vive en Glew, en el Barrio Pueblo Unido, un barrio no urbanizado en cuya construcción y organización él mismo colaboró. En su despacho, tiene un cuadro con una leyenda que resume perfectamente su rol en el Congreso: "acá arriba mandan los de abajo, acá adentro mandan los de afuera".

-¿Cuándo empezaste a militar y qué te motivó a hacerlo?

-Orgánicamente, en un movimiento, empecé a militar a los 17-18 años. Antes de eso me había involucrado de forma independiente en un montón de las situaciones críticas que vivían y viven los sectores populares. En la escuela tuve la oportunidad de tener profesores muy piolas que también tenían trabajo social y me permitieron formarme en algunas cosas y participar en algunas experiencias territoriales. Después sí, a los 17-18 años ya me involucré en una organización. En cuanto a qué me motivó, yo vengo de una familia clase media-baja, con una madre soltera, docente, que sufrió el 2001, con situaciones graves de violencia con su pareja, entonces nosotros que éramos tres hermanos con una madre sola pasamos momentos muy difíciles. A mí siempre me despertaba una chispa la injusticia que se veía en los sectores más vulnerados del país, los chicos con hambre, la pobreza, y yo que siempre tuve interés por el trabajo comunal, barrial, estuve activo en los sectores populares. Después, cuando me formé en muchos aspectos, decidí que mi militancia era trabajar para transformar la realidad, sacar a la gente de la pobreza y hambre, laburar por los sectores más vulnerables y romper el capitalismo que te excluye y vulnera en todo sentido.

-¿Un referente político?

-Para mí, Fidel y el Che. Yo vengo de una formación guevarista. Y si querés uno del ámbito argentino, Agustín Tosco.

-Hace unos dias, vos y muchos otros referentes del Frente Patria Grande se reunieron con Evo Morales. ¿Cómo fue esa experiencia?

-La verdad es que es un placer cada vez que lo veo a Evo. Su experiencia, su lucha, su capacidad, sus anécdotas con Chávez [risas]. Él es un cuadro impresionante de nuestra Patria Grande, resistió incontables cantidades de golpes de Estado. Pero el imperialismo va profesionalizando sus formas de intervenir y saquear los recursos naturales, y Bolivia es uno de los países con las reservas de litio y gas más grandes del mundo, un punto estratégico. A mí me tocó estar en Bolivia, y lo que se está viviendo ahí es un golpe de Estado. Todo lo que nos contaron del golpe del ‘76 en la Argentina se está viviendo ahora allá: torturas, desapariciones, censura, todo eso que te causa escalofríos. Hay un nuevo Plan Cóndor puesto en marcha, y por suerte acá entendimos que había que sacar al macrismo, que es parte de toda esa subordinación hacia Estados Unidos. Esperemos que Argentina sea un bastión para reconstruir y repensar la Patria Grande.



-¿Qué tareas llevas adelante junto al MP La Dignidad y junto a la UTEP?

-Particularmente mi militancia siempre fue muy territorial, más allá de que nuestra organización labura un montón de aspectos más. La Dignidad desarrolla jardines comunitarios, merenderos, comedores, bachilleratos populares, mucho trabajo cultural, social y deportivo, incluso trabajando con clubes de barrio. De hecho, yo soy miembro de la CD del club Villas Unidas. También hacemos construcción en barrios, tenemos ambulancias y camiones de bomberos populares para los lugares a los que no entran los del Estado, colonias de verano, un montón de cosas. Y por otro lado, todo lo que es la economía popular. Nuestra militancia inició donde se hablaba de desocupados, pero entendemos que nuestro sector no es desocupado porque de algo trabajamos, de algo vivimos, de un trabajo informal no regulado por nadie. Así empezamos junto a distintos movimientos a desarrollar lo que fue la CTEP, que hoy junto a muchos más compañeros transformamos en la UTEP. Entendimos la necesidad de empezar a pelear por nuestros derechos como trabajadores, y con un sindicato como la UTEP queremos luchar por mejores condiciones para nuestro sector.

-Armaste, en un baldío de Glew, el barrio Pueblo Unido, para varias personas sin vivienda de esa localidad. ¿Nos podrías contar cómo se dio esa situación?

-El Barrio Pueblo Unido lo construimos en septiembre de 2014. Nosotros veníamos trabajando en Almirante Brown, y frente a la imposibilidad de los trabajadores de tener un pedazo de tierra habían tipos que intentaban hacer negocios con terrenos ociosos. Decidimos organizarnos junto a los vecinos y recuperar ese pedazo de tierra abandonado de una empresa o fábrica que quebró y no tenía herederos. La empresa que estaba detrás de esa tierra ociosa pretendía pagar los impuestos para después de 20 años quedarse con ese predio, lotearlo y venderlo. Convertimos ese terreno baldío en un barrio popular, no urbanizado pero bastante bien organizado, con protocolos contra la especulación inmobiliaria y la violencia de género, con comedores, bachilleratos populares, talleres, espacios productivos, una radio, entre otras cosas. Tenemos la esperanza de que con este gobierno vamos a empezar el proceso de urbanización de todos los barrios populares, aunque obviamente entendemos que no es algo sencillo.

-Este miercoles en Mar del Plata se llevó adelante la caravana 15 de Enero, en referencia a los 10 años de lucha del homónimo barrio. ¿Cómo fue la actividad?

-El caso del Barrio 15 de Enero es una experiencia de recuperación de la tierra muy linda e interesante. En 2014, antes del armado de nuestro barrio, nos formamos en experiencias como la de los sin techo de Mar del Plata, como el barrio obrero de Cipolletti o incluso como el MST de Brasil. Por eso, el Barrio 15 de Enero se convirtió en un ejemplo de organización y de lucha. Particularmente, el otro día, más allá del festejo, se sumó un reclamo para poder recuperar los hoteles de Chapadmalal. Hace tiempo, los hoteles de Chapadmalal eran el destino turístico de todo pibe pobre del país. Los que no conocíamos el mar nos íbamos a esos hoteles porque eran del Estado, gratuitos, y eran como un emblema. Y en los cuatro años del macrismo, de esos 11 hoteles quedaron 3 en pie y decidieron dárselos a la Gendarmería. Los otros 8 quedaron vacíos, desfinanciados y destruidos. Le coartaron la posibilidad de vacacionar y conocer el mar a infinidad de pibes de los sectores pobres porque no tienen la guita para hacerlo. Entonces, aparte del festejo que llevan adelante los sin techo todos los 15 de enero, se sumó el reclamo para que los pibes pobres de la Argentina puedan reutilizar los hoteles. Obviamente, el ministro de Deporte y Turismo Social, Matías Lammens, está de acuerdo con eso. Y esperemos que de la forma más rápida posible se pueda reactivar ese espacio.

-En nuestro país existe una enorme cantidad de barrios no urbanizados, acompañados de la pobreza estructural, la falta de acceso a los servicios, entre otras cuestiones. ¿Por dónde habría que empezar si queremos solucionar estos problemas?

-Hay alrededor de 4500 barrios populares en todo el país. Son más de 4 millones de personas que viven en barrios que no tienen luz, ni agua potable, ni cloacas. Para nosotros es muy grave esto, no sólo no te alcanza la plata para garantizar la canasta básica, sino que se te inunda todo, los pibes no pueden ir a la escuela porque hay barro, una tormenta te destruye la casa... es muy difícil vivir así. Necesitamos empezar a poner prioridad en esos sectores. Atacar la pobreza no es solo generar las condiciones para que la gente tenga más plata para comer, también es trabajar las urbanizaciones de esos barrios, que solucionan situaciones de violencia, acceso a la salud, a la justicia, a la información; cuestiones que permiten vivir con dignidad, que no es sólo tener la panza llena. Creo que vamos por buen camino. La nueva Ley de Emergencia, de Solidaridad Social y Reactivación Productiva, es básicamente empezar a discutir la redistribución de la riqueza, y que los que tienen la oportunidad de gastar fortuna en shoppings en Miami pongan un porcentaje para reactivar la producción. Un 30% de ese porcentaje va destinado al fideicomiso del RENABAP (Registro Nacional de Barrios Populares) para la urbanización de estos barrios. Tener un Ministerio de Vivienda y Hábitat también nos va a permitir avanzar en este sentido.

-¿Qué tanta importancia crees que tiene para tu sector el hecho de que tengan, en tu banca, un representante de sus intereses en primera persona? ¿Te ves como una excepción o como el primero de muchos militantes sociales en el Congreso?

-Creo que es clave que el sector empiece a tener representantes en el Congreso. Que yo este acá es una victoria colectiva, de todo el sector, y jamás lo vería como un triunfo individual. Es momento de romper con la casta política, que está en las instancias de decisión del país y que no vienen de los sectores más vulnerados, de los sectores más pobres ni de la economía popular. Es momento de que los sectores más excluidos de la Argentina sean protagonistas y participes de la toma de decisiones. Creo y espero ser el primero de muchos compañeros que vienen de los sectores más postergados, del “subsuelo de la Patria”, que vamos a estar en el Congreso y en todo lugar donde sea necesario, discutiendo la orientación de nuestro país.

-Varios sectores de la sociedad y de los medios de comunicación suelen ligar a los movimientos sociales, como el que vos integras, con los planes sociales. ¿Cuál es verdaderamente su relación con los planes, con el salario social complementario y/o con cualquier otro tipo de asistencia por parte del Estado?

-Hay sectores de la sociedad, como la clase alta (y los que anhelan serlo) que estigmatizan a los sectores populares y utilizan los planes sociales para hablar mal de ellos. Nosotros siempre fuimos claros: desde los movimientos sociales siempre pedimos trabajo. Lo que hacemos con estos “planes sociales” es reconfigurarlos. Más allá de que se les llame planes sociales, nosotros no los interpretamos ni los usamos de esa manera. Todos esos compañeros [los beneficiarios] trabajan y tienen ese complemento salarial (SSC) a lo que genera su trabajo, la economía popular. Los supuestos “planeros” son personas que laburan, mucho más que un CEO de cualquier empresa, y tienen ese complemento para poder vivir con dignidad. Es gente que presta un servicio, que pone su fuerza de trabajo a disposición de la comunidad. Se dice que el Estado está mal porque le da plata a los pobres, pero hay 500.000 personas que cobran el Salario Social Complementario y 15 millones en la pobreza. Entonces, ¿qué gasto se genera?





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