Memoria

Por Lucía Stampella, estudiante de Comunicación Social (UBA)




Lamentablemente, es una realidad que a 44 años de la más brutal persecución, tortura y desaparición sistemática de personas que nuestro país haya visto jamás, sigue habiendo un sector de la sociedad que se empeña en negar 30.000 desaparecidos y en agredir y denostar la figura de las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo como “viejas locas y corruptas” Hoy, 24 de marzo, me parece adecuado frenar un poco y volver a pensar: ¿Cómo puede ser que frente a un suceso tan innegable, tan espantoso y tan cruel puedan seguir existiendo los “algo habrán hecho”, “hay que pasar la página” o los que dicen, pensándose graciosos “esto con los milicos no pasaba”? ¿Qué importancia tiene en todo esto la memoria, especialmente la memoria histórica y colectiva?

Como individuos no somos nada sin la memoria. La memoria construye las bases de nuestra identidad, forma parte de nuestra conciencia, permite que conservemos nuestros conocimientos y que nos reconozcamos como parte del mundo, por consiguiente, dejando desenvolvernos en él. Sin ella no tendríamos en claro quiénes somos, y no seríamos capaces de reconocernos como parte de un todo. Un organismo con la capacidad de caminar, pero sin un propósito ni destino al cual dirigirse. Es de esperarse, por lo tanto, que la memoria colectiva sea de vital importancia para el funcionamiento de la sociedad, porque sin ella simplemente no sabríamos quiénes somos, de dónde venimos, y a dónde vamos. No existiría la cultura, ni el arte, ni nada de lo que nos hace especiales como seres humanos.

Entonces, habiendo entendido lo fundamental de la memoria, es aún más atroz lo que nos hicieron como sociedad allá por los 70. Porque tergiversar, recortar y censurar la historia también es un acto terrorista, que atenta contra la identidad de un pueblo, su cosmovisión y hasta su propia existencia. Y como contracara de todo eso, como el contraste más fuerte, como la subversión a la hegemonía militar del olvido y del odio (por definición, el olvido es el extremo opuesto de la memoria, e intenta imponer una sola versión de la realidad pasada basándose en la negación y eliminación de otras versiones), las Madres y Abuelas. No puede haber pedido más legítimo que el suyo, que ayer fue por la aparición de sus hijos y nietos, y hoy también es por MEMORIA, VERDAD Y JUSTICIA.

<<Tantas veces me mataron,
tantas veces me morí, 
sin embargo estoy aquí, 
resucitando.>>

<<Gracias doy a la desgracia
y a la mano con puñal 
porque me mató tan mal, 
y seguí cantando.>>

<<Tantas veces me borraron,
tantas desaparecí, 
a mi propio entierro fui 
sola y llorando.>>

<<Hice un nudo en el pañuelo
pero me olvidé después
que no era la única vez, 
y seguí cantando.>>

"Como la cigarra" – María Elena Walsh

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