Clarín, el estratega de la infamia

Por Fiona Santagati, militante feminista y estudiante de Ciencia Política (UBA)


“Miente, miente que algo quedará” dice el famoso refrán. La mentira se alimenta del miedo, el odio y el rencor porque contrariamente no existiría ni tendría sustento. Aquel sentimiento, decía Maquiavelo, podía ser utilizado como un arma política y en consecuencia los medios hegemónicos se avivaron tomando esa consigna a rajatabla. Básicamente son un cuarto poder que rige en nuestras democracias. Cotidianamente, los comunicadores cooperan de una manera inconsciente pero a la vez minuciosa en la construcción de un nuevo sentido común. Hay una suerte de intento para modificar la normatividad y defender un status quo, el cual termina favoreciendo a unos pocos. Los medios hegemónicos tienen ese rol, ser la herramienta articuladora entre el poder concentrado y la población. En nuestro país tenemos a un personaje particular; simula ser un medio pero en realidad es un actor político, con sus respectivos intereses económicos, principal formador de posturas políticas. La mayoría suele caer en la telaraña del relato, otros y otras no. No leemos sus tapas, las estudiamos. Tiene dos caras, el diario o el buitre. Si, me refiero a Clarín. Muy pocos conocen la historia de éste grupo, quizás porque no les interesa, o simplemente asienten con obstinación la información que ellos suelen transmitir.

“Cuidado con los medios de comunicación, porque te van a hacer odiar al oprimido y amar al opresor”

El padre de la criatura fue Roberto Noble, un periodista, político y empresario argentino nacido el 9 de septiembre de 1902 en La Plata. Él una vez declaró que tuvo dos hijos; una era Guadalupe y otro Clarín. La ideología de Noble era tendenciosa a comparación de lo que suele enaltecer el medio. Fue gran opositor a Hipólito Yrigoyen, discípulo del golpe de Uriburu, integrado por el Partido Socialista Independiente del que formó parte Federico Pinedo (el papá del presidente mas breve de la historia argentina). También apoyó el Pacto Roca–Runciman y fue ministro de Manuel Fresco, el gobierno fascista cuando éste era gobernador de la Provincia de Buenos Aires. Desde su cargo, respaldó la proscripción del Partido Comunista y la clausura de las escuelas obreras judías en todo el territorio bonaerense. No escondió su antisemitismo en absoluto. Principal exponente de la Década Infame y adepto del golpe de 6 de septiembre. En el año 1939, Fresco tuvo que pedirle la renuncia a pedido del presidente Ortiz por malversación de fondos públicos y fraude electoral. El muchacho superó a los propios conservadores en cuestiones de corrupción y fraude. A Clarín le cayó el rayo vitalizador el 28/08/1945. Su formato distinto, con el tabloide y no de “doble sábana” como sus competidores Crítica y La Nación los cuales estaban destinados a un público de mayor poder adquisitivo. Clarín fue vivo; apuntó a un sector de profesionales y empleados jerárquicos. El diario buscó conquistar a la clase media, cosa que terminó haciendo.

El éxito era inminente; gracias a una fuerte, sólida y ágil cadena de distribución, además de un precio muy competitivo. Su costo era la mitad que La Nación y La Prensa.

Después del golpe en el año 1955 que derrocó al General Perón, Noble y su pandilla comenzaban a mostrar la hilacha. El 23/09/1955 Clarín publicó en tapa: “Es Total la Tranquilidad en el País” y abajo, en letras más grandes, “El General Lonardi Jurará Mañana como Presidente de la República” abriendo el paso a la revolución fusiladora.

El gran invento argentino siempre se benefició en épocas dictatoriales y en procesos de muy baja intensidad democrática como el menemato o el macrismo. Pero el apogeo se dio después del período más sangriento de nuestra historia.

Durante la dictadura, saquearon y robaron a costa de la tortura de los dueños junto otros medios, la empresa Papel Prensa. Dicha “adquisición” le aseguró uno de los dos insumos básicos para expandirse, el papel (el otro es la tinta).

De ésta manera, Clarín fue autorizado por la Junta Militar en 1982 para que pusiera en marcha la Agencia DyN. A cambio de los incontables beneficios que los militares le otorgaron, éste se convirtió en uno de los principales ministerios de propaganda de la última dictadura militar genocida, en otras palabras, en concederle blindaje total a los artífices de la catástrofe. La violencia era el protagonista del escenario dictatorial.

Con la vuelta de la democracia en 1983 y el ascenso de Raúl Alfonsín, Clarín pretendió que se altere el artículo 45 del Decreto Ley de Radiodifusión 22.285 de la dictadura que prohibía a los diarios ser propietarios de canales.

Ante la negativa del radical, el diario responde con un constante critica hacia su gobierno. Gracias a ese “periodismo de guerra” Alfonsín se vio forzado a dejar el gobierno 5 meses antes de cumplir su mandato. Héctor Horacio Magnetto fue el que rajó a Don Ricardo de la Rosada. ¿Realmente había llegado la democracia?

Tiempo después, cuando Menem llegó al poder en 1989 eliminó el Artículo 45 del Decreto/Ley 22.285 y en 1990 Clarín adquiere Canal 13 y Radio Mitre. El grupo hegemónico se agrandaba cada vez más. En 1991, compra parte de los derechos para transmitir el fútbol. Asimismo, en 1992 se queda con Multicanal y lo expande (luego comprará Cablevisión y fundará Direct TV).

En 1995 lanza Artear y comienza producir películas. En 1997 crea la empresa CIMECO y junto a La Nación y adquieren La Voz del Interior (Córdoba) y Los Andes (Mendoza). Después Duhalde lanzó la pesificación asimétrica para beneficiar a los grandes grupos económicos que tenían grandes deudas en dólares, entre ellos el Grupo Clarín. El grupo le devolvió al “zabeca” de Banfield el favor intentando ocultar el asesinato de Maximiliano Kosteki y Darío Santillán. Titularon: “La Crisis causó dos nuevas muertes”, vergonzoso, pero nada sorprendente. No fue la crisis, fue el Estado a través de la Policía bonaerense.

Finalmente, Néstor Kirchner ganó con el 22 % de los votos. Comenzó su mandato siendo débil por no contar con una estructura partidaria fuerte que lo respalde y además el país aún padecía la peor crisis de su historia. El Grupo Clarín se aprovechó de ese contexto y logró tiempo después hacer que firmara la fusión de Cablevisión con Multicanal en diciembre de 2007.

El 10/10/2009 se aprobó en el Congreso la Ley de Radiodifusión (26.522) que limitó los oligopolios mediáticos. El diario tuvo jueces aliados en todo el país que le brindaron recursos de amparo que evitaron que la ley entrara en vigencia. Varios de esos jueces habían sido nombrados por la última dictadura militar, como fue el caso de Edmundo Carbone.

El monopolio mediático logro esquivar la ley durante 4 años hasta que la Corte Suprema la declaró constitucional. Logró ganar tiempo durante dos años más aprovechándose también de la ineficiencia de algunos funcionarios. Una de las primeras medidas que tomó Macri cuando llegó al poder fue modificar aspectos centrales de la ley de medios y eliminar el Afsca mediante un DNU.

La devolución de favores se había completado. Macri llegó al poder gracias a las operaciones políticas armadas en la redacción de Clarín y a cambio el peor presidente de la historia democrática argentina le garantizó al grupo el poder y la hegemonía comunicacional. Clarín le ganó una vez más a la democracia argentina. No conforme y en agradecimiento al blindaje mediático que le brindó Clarín, Macri posibilitó la fusión con Telecom.

¿Hasta cuando nos vamos a dejar ganar por este nefasto grupo?

En Argentina aún no se democratizó la palabra..

Surgen muchas preguntas para hacernos a nosotros mismos y mismas ¿existe democracia posible con Clarín? ¿es libertad de prensa o máscara para la libertad de empresa? ¿hay un “periodismo independiente”?

Claramente no, no existe. Cada persona tiene ideas, pensamientos y convicciones que corresponden a una identidad política. Los grupos concentrados tienen intereses propios, que no favorecen a las mayorías populares pero bien que después los tratan de universalizar mediante los medios normativos, haciéndoles creer tal cosa al pueblo. ¿El resultado? mentes vacías, odio arraigado y mentiras.

Entonces, el pueblo tiene que tener consciencia de sus derechos, es un deber mantener la memoria en alto y sobretodo, leer, investigar y politizar las cuestiones. De manera contraria, los dueños de la Argentina nos van a seguir sembrando sus desechos y los medios a su favor irán (perdón por la expresión) vomitándolos en las mentes de la gente. Nos hallamos con una oligarquía con olor a bosta, diría Jauretche.

Es una tarea fundamental que las y los militantes políticos no cedamos, redoblemos las apuestas y condensemos reclamos para obtener potencialidad política. Porque de eso se trata, ese es nuestro deber, transformar la vida de la gente en colectividad y que el único fruto de ello sea el bienestar social.

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