Por Lucia Stampella, estudiante de Comunicación Social (UBA), y Valentino Cernaz, estudiante de Sociología (UBA)
Luis Arce, Carlos Mesa y Luis Fernando Camacho, los tres principales candidatos a la presidencia.
Este domingo 18 de octubre se celebrarán, de una vez por todas, las elecciones presidenciales en Bolivia. Luis Arce Catacora, el candidato del Movimiento al Socialismo -el partido del ex-presidente Evo Morales-, encabeza todas las encuestas. Sin embargo, no hay certeza de que los votos le alcancen para ganar en primera vuelta. Carlos Mesa, ex presidente y candidato de la alianza Comunidad Ciudadana, es el 2° con mayor intención de voto. Conversamos al respecto con Ramiro Parodi, licenciado y docente en Ciencias de la Comunicación (UBA), becario en el Instituto de Investigaciones Gino Germani, investigador del departamento de estudios políticos del CCC y autor del libro “Alvaro García Linera. Una escritura incompleta”.
-Varias candidaturas de la derecha -entre ellas la de Jeanine Añez- bajaron su participación en la elección en función de no dividir el voto contra el MAS. Además, todas las encuestas colocan al partido de Evo Morales como la fuerza política con mayor intención de voto, aunque varían en porcentajes. Teniendo en cuenta todo esto, ¿cuán probable ves que al MAS le alcance para ganar en 1° vuelta?
-Lo primero que habría que mencionar es que el proceso electoral que se está llevando a cabo en Bolivia es sumamente atípico. Un proceso que intenta reemplazar las elecciones que se dieron a fines del año pasado en Bolivia, que terminaron con el golpe de Estado de Jeanine Añez y, por lo tanto, el exilio de Álvaro García Linera y Evo Morales, a México en primera instancia, y posteriormente a Argentina. También son atípicas porque fueron pospuestas varias veces, tanto por la pandemia del Covid-19 como por intereses propios de quienes están en el Ejecutivo en este momento. Por estos motivos, estamos en una situación sumamente excepcional qué habría que analizar como tal. Hay que tener en cuenta que quien lidera las encuestas en este momento, Lucho Arce, el candidato del Movimiento al Socialismo, estaría en condiciones -según esas encuestas- de ganar en primera vuelta debido a que conservaría más del 40% de los votos con un 10% de diferencia respecto a su seguidor, Carlos Mesa. Hay que recordar, en este sentido, que hay dos formas en ganar directamente las elecciones en Bolivia: una es esta que acabo de mencionar, 40% más 10% de diferencia, y otra es obteniendo el 50% de los votos. Digo esto, también, porque últimamente desde las filas del MAS se apuntaba directamente a intentar lograr ese 50% de los votos. Habría cierto optimismo puertas adentro del Movimiento al Socialismo, de que lograr esa cifra es posible. Dicho esto, si bien el análisis de encuestas siempre nos convoca y es interesante, no es algo en lo que yo particularmente me especializo, no soy politólogo, pero sí me parece importante mencionar cómo fue que se llegó a esta situación, a esas cifras que, como sabemos, todavía no están confirmadas, que son sondeos. En ese sentido, es importante mencionar que en el medio del proceso Jeanine Añez, quien en una primera instancia había dicho que solamente estaba de forma temporal en el gobierno de Bolivia, posteriormente presenta su candidatura aliada con parte del empresariado boliviano. Eso fue alrededor de enero, si mal no recuerdo, y hace unas semanas ella se baja a raíz de que Bolivia y América Latina reciben una encuesta bastante representativa, que tomó una muestra de 10.000 personas, donde aparecía que Lucho Arce tenía una ventaja considerable respecto a Carlos Mesa y que iba a ganar a primera vuelta. Esta encuesta sacude un poco a la derecha boliviana, y hace que Jeanine Añez se baje de la candidatura para que esos votos se distribuyan en los distintos candidatos: Carlos Mesa, y el otro que quedaba con un caudal importante era Camacho. Camacho es otro de los actores importantes del golpe de Estado. Mesa fue uno de los principales actores al avalar toda esa situación, y Camacho y Añez fueron sus principales ejecutores. Ellos, como los representantes de distintas fuerzas políticas al interior de Bolivia.
-¿Qué tan importante es el voto rural en este sentido?
-Hay una particularidad histórica en las elecciones de Bolivia, que es que los datos se cargan de una forma más lenta que, por ejemplo, en las de Argentina, y eso tiene que ver con que los votos que vienen de las zonas campesinas tardan unos días en llegar. Y en una elección que parece ajustada, esos votos van a ser importantes. Cuando Evo Morales ganaba con más del 50% de los votos, nadie esperaba a que estuviera el total de los votos contados. Ahora, en las elecciones del año pasado y probablemente en estas también, sí se va a esperar hasta el final porque la diferencia puede ser de centésimas. En ese sentido, es importante resaltar que ese voto, en general, es mayormente masista. Recordemos, Evo Morales, sindicalista de la zona del Chapare, trabajador de la coca... razón por la cual tiene mucha incidencia sobre las zonas campesinas.
-¿Y si hay balotaje, quién quedaría mejor parado? ¿Lograría Carlos Mesa canalizar la totalidad del electorado que no votó a Luis Arce?
-Tenemos una concentración de votos anti-masistas. Eso es importante para tener en cuenta, porque probablemente el porcentaje que saque Lucho Arce en las elecciones de mañana va a ser el porcentaje que él va a poder tener: ese sería su piso y su techo. Un poquito más, pero no mucho. El resto es voto anti-masista, anti-Evo, razón por la cual se concentraría todo, y en un hipotético balotaje Lucho Arce no tendría posibilidades de ganar. Por ese motivo, las filas del Movimiento al Socialismo apuntan a ganar en primera vuelta.
Luis Arce, candidato del MAS, en su acto de cierre de campaña.
-¿Qué rol tuvieron, desde el exilio, Evo Morales y Álvaro García Linera en el armado del MAS en particular y el panorama político boliviano en general?
-En principio, me parece importante considerar que Evo intentó presentarse como senador de Cochabamba en las elecciones. Luego de un empate al interior de un tribunal de Justicia, su postulación fue revocada por no contar con dos años de haber vivido en el país, un argumento casi absurdo teniendo en cuenta que tuvo que salir exiliado por el golpe de Estado. Digo esto en el sentido de reforzar lo que mencionaba anteriormente: que estas son unas elecciones muy atípicas, donde el líder de mayor convocatoria que tiene Bolivia, Evo Morales, está proscripto. Caso similar a lo que está sucediendo con Rafael Correa, o con Lula da Silva en su momento. Es importante también mencionar que la participación de ellos desde acá fue distinta: Evo Morales si tuvo participación, organizó muchas de las asambleas, fue uno de los articuladores para definir al binomio presidencial; mientras que Álvaro García Linera tuvo otro tipo de rol, estuvo más bien apartado de la centralidad de la discusiones, no se lo vio con una imagen pública. No sabemos qué tanto pudo haber sido consultado o no, pero Evo Morales tuvo más “visibilidad”, por decirlo de alguna manera.
-Además de la OEA, llegaron a Bolivia muchos veedores de distintos sectores ante la desconfianza que genera una elección celebrada a menos de un año del golpe de Estado y organizadas por un gobierno de facto. En este marco, en la madrugada del sábado se detuvo al diputado nacional Federico Fagioli que también viajó a cumplir ese rol. ¿Crees que se podrá garantizar la transparencia y la confiabilidad de los comicios?
-La detención que tuvo el diputado del Frente de Todos, Federico Fagioli, se suma a una serie de trabas que están teniendo distintas organizaciones y miembros de instituciones internacionales que están yendo a intentar controlar la transparencia de estos comicios. En ese sentido, un nuevo agravante a la situación. Hay mucha desconfianza alrededor de la claridad de estas elecciones, principalmente porque se hacen en el marco de una dictadura. Los que están organizando las elecciones son los mismos que no respetaron los resultados de la elección de fines del año pasado. Realmente no creo que se pueda garantizar la transparencia y confiabilidad de estos comicios, y creo que de ahí viene la estrategia del MAS de intentar que la diferencia sea lo más grande posible con su adversario, porque de ser pequeña saben que es muy probable que la moneda termine cayendo del lado de la oposición.
-¿Qué escenarios podrían plantearse los días posteriores a la elección? ¿Puede preverse conflictividad en las calles?
-Desde mi punto de vista, la verdad es que es incierto viendo el accionar del gobierno de facto de Añez, los distintos sectores que involucran a la medialuna oriental, los intereses internacionales y las FF.AA. bolivianas, es decir, la oposición al MAS. ¿Quién es la oposición al MAS? La oligarquía boliviana concentrada en los departamentos de Beni, Tarija, Santa Cruz de la Sierra y Pando, las fuerzas armadas que le quitaron respaldo a Evo Morales y propiciaron el golpe de Estado, y también los intereses internacionales que están basados principalmente en los recursos naturales, en el litio. Esos tres actores han demostrado que son capaces de producir grandes violaciones a los DD.HH., como sucedió, por ejemplo, en la masacre de Senkata, un hecho sumamente oscuro. Está claro que esas son las armas que la derecha boliviana está en condiciones de sacar a la calle, y en ese sentido sabemos que eso puede suceder porque lo han demostrado hace menos de un año. Habría que ver, ante unas elecciones posiblemente fraudulentas a favor de Carlos Mesa, qué reacción se provocaría en las bases militantes del masismo. No es fácil hablar con claridad al respecto, pero es cierto que posteriormente al golpe hubo momentos de altísima confrontación, y eso podría llegar a reabrirse. Es muy preocupante, creo que estamos al borde de un acontecimiento que puede marcar mucho a la región, con un retorno de los golpes de Estado como en la década del ’70, si Jeanine Añez y los golpistas bolivianos son capaces de repetir eso y lograr cierto consenso. Eso abre una puerta al regreso de los golpes de Estado como los conocimos y estudiamos. Lo único que puede llegar a salvar el proceso político boliviano es una clara victoria de Lucho Arce, una victoria que no deje margen ni lugar a dudas, ya que me parece que hemos visto que con las reglas del proceso electoral no bastaría porque no han sido respetadas en su momento.
-¿Cómo podría afectar una victoria del MAS a la correlación de fuerzas de una América Latina gobernada mayoritariamente por la derecha? ¿Y una victoria de Mesa o de Camacho?
-Una victoria del MAS provocaría un envión relativamente importante, dentro de lo que ya fue la victoria electoral de Alberto Fernández del año pasado, precisamente para Argentina. Recordemos que fue este gobierno, en una de sus decisiones más importantes y más difíciles porque la coyuntura internacional le exigía otra cosa, el que recibió a Evo Morales y Álvaro García Linera, que les dio asilo político acá, y el mismo gobierno que apagó la cámara en la reunión en la que Añez estaba como presidenta de Bolivia, en un claro acto de disconformidad y de no reconocimiento. En ese sentido, para Argentina se volvería un aliado muy importante, al menos en lo político, y reafirmaría un poco lo logrado en la región por nuestro país. Ahora, una victoria de Mesa sería una reafirmación de lo que son los gobiernos autoritarios de la región, Brasil y Chile principalmente, de lo que es la nueva presidencia uruguaya -que es recibida con tanto beneplácito por los medios de comunicación argentinos- de Lacalle Pou, hijo del ex-presidente privatizador de Uruguay. En el mismo sentido, Carlos Mesa, vicepresidente de Sánchez de Lozada, quien fue en su momento uno de los que implementó el decreto 21.060, allá por el año 85 en Bolivia, que introdujo legalmente el neoliberalismo en el país, que cerró minas, que privatizó servicios. Posteriormente, Sánchez de Lozada fue presidente y Carlos Mesa fue su vicepresidente: con ellos aconteció la guerra del agua, la guerra del gas, esas distintas masacres, y luchas populares donde finalmente el Movimiento al Socialismo se consolidó. Son elecciones muy importantes para la región, sobre todo por el antecedente del golpe, y porque van a decir qué tanto ha retornado y se ha consolidado el autoritarismo en el continente.
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